El pasado día uno de enero
un Tribunal de Ámsterdam encontró culpable a la multinacional holandés Shell de
la contaminación del delta del río Níger, en Nigeria. Una verdadera victoria
para el medio ambiente y para los agricultores nigerianos, aunque el Tribunal declarara culpable a la compañía sólo por uno de los derrames ocasionados en la
comunidad de Ikot Ada Udo. Aun así, esta sentencia abre las puertas a
posteriores juicios, que permitan pedir responsabilidades a las grandes
empresas por los graves impactos ocasionados en otros países y acabar con la
impunidad de las mismas.
Los demandantes solicitaban
a su vez un mantenimiento adecuado de los oleoductos de Shell, ya que la
insuficiencia en su gestión ha sido la principal causa de los vertidos. Los derrames de petróleo son constantes en
la zona y constituyen una de las principales causas del desastre ecológico en
la región. Debido al mantenimiento deficiente de los mismos se vierte al delta
de Níger cada año una cantidad de crudo similar al que vertió el barco Prestige
frente a las costas gallegas hace una década.
El resultado de esa
actuación irresponsable es catastrófico: agua, tanto de la superficie como
subterránea, contaminada; aumento de casos de cáncer y de bebés nacidos con
malformaciones; destrucción de recursos pesqueros; contaminación de los campos
de cultivo… En definitiva, la población se ve abocada a la emigración.
El gobierno nigeriano, ante
todo esto, ni está ni se le espera. Parece que desea que las cosas sigan como están.
No en balde, los ingresos procedentes de la extracción de petróleo constituyen más del 98% de lo que recibe Nigeria por
divisas. Además, el desarrollo del subsector gasístico es imparable, y
ha convertido al país en un referente internacional como productor de este
recurso.
A pesar de que el petróleo
extraído de la región supone alrededor del 50% del PIB de Nigeria, el 75% de la población del delta del río Níger
(mayoritariamente Ogoni) vive por debajo el umbral de la pobreza y con una esperanza
de vida de 40 años, diez menos que la media nacional. Se trataría del enésimo
caso de la llamada “maldición de los recursos” o la “paradoja de la abundancia”
muy común en el continente africano.
Para poder sobrevivir los
jóvenes de la región se aprovechan de ese mal estado de los oleoductos para refinar
ilegalmente el petróleo, un petróleo que les pertenece, jugándose literalmente
la vida; mientras que otros, en Nigeria y en el extranjero, obtienen abundantes
beneficios.
Debería llegar un día en que, tanto las autoridades locales como las multinacionales y sus gobiernos de
origen, se den cuenta de que “despojar continuamente a los pueblos de sus recursos sin darles
nada a cambio es someterlos a la esclavitud. Y despojar de su tierra a quienes dependen únicamente de ella para sobrevivir y rechazar pagar por ello una
compensación es como condenarlos al genocidio” [Palabras del activista Ken
Saro-Wiwa, ejecutado en 1995 por la dictadura del general Sani Abacha, que gobernaba entonces Nigeria tras las protestas del pueblo Ogoni contra el desastre ecológico causado por la compañía petrolera europea Shell].
Os dejo este vídeo de noviembre pasado que ilustra la realidad en el delta de Níger.-
Estremecedor, no deja de ser el factor humano, la corrupción desgraciadamente, en la actualidad, forma parte del hombre, como si de un apéndice se tratase, independientemente de fronteras.
ResponderEliminarHace unos días veía que un conocido futbolista africano, poseía una colección de teléfonos móviles con piedras preciosas incrustadas, cuyo valor sobrepasaba el millón de euros. Algunas de esas piedras, son extraídas en las condiciones que todos sabemos en su país, un país que lo recibe con honores de presidente y donde los esclavos del XXI, los que extraen esas piedras, le vitorean.
¿Has visto Bamako de Abderrahmane Sissako? ojalá algún día la realidad supere a la ficción.
Un saludo.
Será difícil que la realidad supere la ficción, pero esperemos que algún día en África los derechos humanos sean respetados y, sobre todo, que haya un plato de comida y un hogar para todos. Porque el derecho más importante es el derecho a la vida, y ésta va unida a una mínima seguridad alimentaria. Un saludo
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