viernes, 17 de junio de 2016

Vencer al destino

Repoducimos un reportaje de "El Confidencial" sobre nosotros:

Vencer al destino: del Congo a tener cinco carreras en España y asesorar a Moncloa
Néstor Nongo es la viva imagen de la superación. Español de origen congoleño, empezó lavando platos para pagarse la universidad y ahora es un alto funcionario del Estado.



Néstor Nongo es el rostro de una España diferente; de un país de acogida gestado en los últimos 25 años en el que ya nadie observa con asombro al único joven africano en un vagón de metro de Madrid -como le sucedía a él a principios de los noventa- pero en el que a no pocos todavía sorprende saber que un español de adopción negro tiene cinco licenciaturas universitarias -Ciencias Políticas, Sociología, Teología, Estudios Eclesiásticos y Filosofía- y ha llegado por oposición a un puesto de alto funcionario del Estado. Una carrera que incluyó, entre 2009 y 2013, un fulgurante paso por Moncloa, donde llegó a ser jefe del Área de Análisis de Información internacional, el departamento que asesora al presidente del Gobierno sobre cuestiones internacionales y prepara sus viajes al extranjero.

El camino que llevó a este congoleño de origen hasta la Moncloa y las citas internacionales donde ahora representa al Estado, empezó muy lejos del despacho que ahora ocupa en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, su actual destino. Nongo nació en 1968 en Bayaya, una localidad de la región Kasaï-Oriental, en la República Democrática del Congo, un país que hasta 1960 había sido colonia belga. Sin embargo, la independencia no trajo la prosperidad al nuevo país y Nongo -como tantos niños españoles de generaciones anteriores a la suya- estudió gracias a su paso por un seminario católico. Nada hacía prever entonces que este joven de familia modesta terminaría en España, pero una carambola del destino en forma de beca conseguida por el obispo de Kolé, su diócesis, le trajo en 1990 a Pamplona.

Su primer contacto con el país no le convenció y decidió partir hacia Francia y Bélgica, la antigua potencia colonial de su país. Sin embargo, allí “no halló lo que esperaba” y convencido de que de España “podía aprender más”, el joven fijó su residencia en Madrid. Hijo de un pueblo colonizado, a Néstor le atraía “la experiencia de España en América Latina y su relación con unos pueblos en los que, a diferencia de los belgas en Congo, sí hubo mestizaje e interculturalidad”, explica a El Confidencial. Por aquel entonces, no hablaba español, no tenía una peseta en el bolsillo y muchas veces el hambre apremiaba pues apenas si lograba comer una vez al día.

'El mensaje que queremos transmitir es que Europa no es El Dorado que algunos africanos creen. Mi caso es una historia de éxito, pero pasé por 15 años muy duros. Tienen que saber que, al contrario de lo que creen, en Europa el dinero no crece en los árboles'Para conjurar la necesidad, el joven trabajaba de lo que le salía: “conserje de un edificio, temporero recogiendo fruta o lo que fuera, o como lavaplatos nocturno en un restaurante de la calle Bravo Murillo [Madrid]”, rememora. Nongo tenía una idea en mente: reunir el dinero para la matrícula de ICADE, la universidad de los jesuitas, un objetivo que logró gracias a una de las figuras providenciales que cita en su vida: el decano de la facultad de Teología, José Joaquín Alemany, que le dio un trabajo en la biblioteca de la universidad con el que pudo financiar sus estudios y pagarse una habitación. Alemany y otro religioso -a quien Néstor considera “como un padre”-, José Luis Larrabe, fueron quienes apostaron por él y le ayudaron en sus primeros y difíciles años en nuestro país.

En la España de los primeros noventa había pocos inmigrantes y mucho menos inmigrantes africanos. El ahora alto funcionario recuerda las miradas “alucinadas” de personas “que nunca habían tratado con un negro” y, aunque reconoce haber vivido algún episodio racista, los minimiza y habla más de “desconocimiento” que de racismo. En sus recuerdos pesa más la “enorme solidaridad” de personas como ese compañero “que le mentía a su padre diciéndole que nos habían pedido dos libros en la universidad, cuando en realidad con ese dinero me compraba uno para mí”; el chico que todos los días le invitaba a comer pollo sabedor de sus apuros económicos o los amigos que, en 1993, en una noche de fiesta cerca de la Puerta del Sol se enfrentaron a unos policías que le habían pedido la documentación a Néstor solo por el color de su piel.

Esta solidaridad no evitaba que el entonces inmigrante tuviera que demostrar siempre su valía a causa de su origen. Así fue también a partir de 1999, cuando empezó a dar clase en un colegio del barrio madrileño de Villaverde Bajo y después en otro centro de Vallecas. Al principio, no solo los padres acudían a preguntar si ese joven negro estaba preparado, sino incluso “un inspector de Educación”, impresionado ante su larga lista de títulos, le interrogó para ver si su currículum se correspondía con la realidad. Los niños le decían: “Profe, es que es la primera vez que nos da clase un negro”.
El 5º de 700 en una oposición de élite

En 2005, quince años después de su llegada a España, Néstor Nongo adquiere la nacionalidad. La decisión “no fue fácil”, recuerda, porque para ello tuvo que renunciar a su nacionalidad de origen, pero su vida estaba ya, sin vuelta atrás, en España.

Pese a tener un puesto de trabajo asegurado- formaba parte de una cooperativa de profesores, propietaria del colegio de Vallecas en el que llevaba años dando clases- el ya ciudadano español decide presentarse a una de las oposiciones más difíciles: la del cuerpo superior de Administradores del Estado. “Mis amigos me decían que ni los españoles la sacaban; que empezara por un puesto de un nivel más bajo pero yo siempre he pensado que debo aspirar a aquello para lo que estoy preparado”.


El primer año no sacó la oposición; el segundo, quedó quinto de un total de 700 aspirantes. Las puertas de Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno, se abrieron entonces para él en 2009. Tras pasar por la unidad de apoyo de la Presidencia Española de la UE y por el departamento de análisis de Magreb y Oriente Medio, el otrora joven congoleño que llegó a España con los bolsillos vacíos y sin hablar español, asciende a la jefatura del Departamento de Análisis de Información Internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación de la Presidencia del Gobierno.
Toma de posesión como Administrador Civil del Estado


Nongo es discreto. No cuenta nada de los dos presidentes a los que ha asesorado en cuestiones internacionales -Zapatero y Rajoy- pero insiste en dejar claro que su trabajo no tiene nada que ver con ninguna simpatía política sino que se trata de la labor “estrictamente neutral” y “sin connotaciones ideológicas” de un funcionario del Estado. En 2013, su destino cambió y Nongo recaló en el Ministerio de Cultura como Consejero Técnico de Promoción de Industrias Culturales y Mecenazgo, un puesto en el que representa a España a menudo, sobre todo en las instituciones europeas. “Lo que yo hago es asesorar sobre cómo estas empresas pueden ser viables y no depender de las subvenciones. Considero que lo que define a España es nuestra cultura y todos los españoles tenemos que estar orgullosos de ella”.

Nongo siempre habla de España en primera persona. Está casado con una española y acaba de ser padre por tercera vez, pero no por ello olvida su lugar de origen. En 2006 fundo una pequeña ONG. Tracaf, acrónimo de “Trabajando por el corazón de África”, que tiene proyectos de desarrollo en Kinshasa, la capital congoleña, y otras localidades. Entre otras actividades, gestiona una casa de acogida para niños de la calle acusados de practicar la brujería y un centro de salud.

“Cuando fundamos Tracaf, acababa de ocurrir la primera crisis de las vallas de Ceuta y Melilla [al menos 14 africanos murieron entonces intentando acceder a las ciudades autónomas]” y el mensaje que queríamos transmitir era que Europa no es El Dorado que algunos jóvenes africanos creen. Es cierto que mi caso es una historia de éxito pero los jóvenes que quieren venir aquí tienen que saber que, antes de llegar hasta donde estoy ahora, pasé por 15 años muy duros. Tienen que saber que, al contrario de lo que creen, en Europa el dinero no crece en los árboles”, recalca.

El antiguo inmigrante se considera “un privilegiado que ha recibido mucho y debe devolver una parte de lo que se le ha dado”. Por eso está impulsando también la creación de un Instituto africano de Desarrollo, cuyo objetivo será formar a las élites de ese continente y que este año abrirá una antena en Kinshasa. Y aunque no olvida que el color de su piel sigue despertando “expectación en la gente que piensa ‘vamos a ver de qué es capaz este pequeño negro’”, asegura que está orgulloso de representar a España en las citas europeas a las que acude. “Cuando veo que Francia o Bélgica no tienen a funcionarios negros en las instituciones europeas y que yo voy representando a nuestro país, me doy cuenta de que la imagen que ofrece España es más rica. Es la imagen de un país mejor”.





(Ver versión original en El Confidencial)


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