Las
elecciones presidenciales senegalesas, con la victoria de Macky Sall, constituyen una lección, una esperanza,
un globo de aire fresco para todo el continente africano. Todos nos temíamos lo peor
cuando la primera vuelta, y sobre todo con el empecinamiento de Abdoulaye Wade a presentarse a un tercer mandato contra lo establecido en la Constitución.
Abdoulaye Wade y Macky Sall |
Mientras
que muchas naciones de la región celebran pseudo-elecciones para que sus
dirigentes se perpetúen en el poder, y
otras, como Mali nos introducen en el túnel del tiempo con golpes militares,
emerge Senegal, el país de Leopold Sedar Senghor y Cheikh Anta Diop, para
darnos un rayo de esperanza en medio de tanta desesperanza.
Más
de uno se habrá preguntado, y con razón, por qué ha funcionado la alternancia en Senegal y no
en otros países africanos, acostumbrados a pucherazos y crisis postelectorales.
La
diferencia entre Senegal y muchos países del continente radica, entre otras, en
la existencia de una sociedad civil responsable y bien organizada, que no se ha
dejado amedrentar por el presidente de turno. Gracias a ella estamos dónde
estamos, con una movilización admirable durante la campaña electoral, además de acudir a las urnas en masa, en una especie de referéndum sobre la continuidad o no de Wade. Cuando
las instituciones gubernamentales (el Tribunal Supremo, en este caso) flaquearon y se
alinearon con el presidente saliente para permitirle optar a un tercer mandato, la sociedad civil se movilizó y plantó cara.
Y también gracias a una oposición que ha sabido
leer los signos de los tiempos y apoyar a la opción más viable en lugar de
atrincherarse en los egoísmos.
En
los demás países del continente, la sociedad civil o no existe como tal o está infiltrada
por los elementos del cacique de turno. Y muchos candidatos de la oposición son
meras correas de transmisión del dictador, sus compinches que actúan en su
beneficio por aquello de “dividir para reinar”.
No
nos queda más que felicitar al noble pueblo senegalés e invitar a los demás
pueblos africanos a seguir su ejemplo, fortaleciendo la sociedad civil y
preparando dirigentes que sepan sintonizar con el sentir mayoritario.
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