Hemos oído, todos, aquello de
que la Educación es una herramienta privilegiada para el cambio social y para
la construcción de un mundo más justo. Y, por tanto, una forma eficaz para
luchar contra la pobreza y construir una sociedad más equitativa. Pero, por
paradójico que parezca, esta ecuación universalmente aceptada no se comprueba
automáticamente en todos los tiempos y en todos los lugares; y pensamos especialmente en el continente
africano.
No proponemos superación alguna
de este paradigma que ha orientado la acción de muchos países y organizaciones
para conseguir transformaciones efectivas. Sólo advertir que en África no se
cumple del todo y necesita una cierta revisión. Si no es así, ¿cómo explicar el
hecho de que cuanta más gente accede a la educación más se hunden,
literalmente, los países africanos en el foso de la miseria? Esto mismo ocurre
con otro hecho contradictorio en este mismo continente, que ya hemos advertido
en alguna ocasión: cuanto más se acercan los africanos a las religiones (las
sectas brotan como setas) más se extiende la corrupción.
No queremos traer a colación
cifras de organismos internacionales que se ocupan de la educación para apoyar
lo que estamos diciendo, porque no es nuestra intención aburrir a nuestros
lectores. Además, las cifras son de acceso fácil y al alcance de todos. Únicamente
apuntar a que las naciones africanas, desde las independencias conseguidas en los años 60 del pasado siglo hasta hoy,
han multiplicado las tasas de escolarización de sus habitantes. Aquellos países
que accedieron a la independencia con apenas un par de titulados universitarios
(R.D. Congo, Camerún, Gabón…) hoy tienen miles de licenciados y doctores
formados en las mejores universidades; si bien quedan lejos para alcanzar los
niveles de los países desarrollados. Sin embargo, el aumento de la
escolarización no se ha visto acompañada de mejora social, más bien todo lo
contrario.
Tampoco queremos entrar en
disquisiciones históricas; pero sería interesante recordar que a lo largo de la
historia muchos países experimentaron un rápido desarrollo económico con un
sistema escolar mucho más limitado comparando con lo que encontramos hoy en la
inmensa mayoría de los países africanos. Estamos pensando, por ejemplo, en los
países europeos y Japón entre 1880 y 1910.
Por eso creemos que hay otras
variables poderosas que intervienen en el caso de África que hay que tener en
cuenta para que la ecuación resulte verdadera. Serían, a nuestro entender,
tres: los efectos de la dominación ejercida por las economías desarrolladas que
han creado condiciones extremadamente desfavorables para el inicio de nuevos
bloques económicos; la intervención de los organismos internacionales que
imponen importantes cargas a las economías africanas y que actúan en
connivencia con las economías de los países desarrollados; y las estructuras
político-administrativas burguesas de las naciones africanas que no favorecen,
en absoluto, el auténtico despegue del continente; unas estructuras de estados
fallidos que conviven con la corrupción.
Estas variables explican que
las masivas campañas de alfabetización y desarrollo escolar llevadas a cabo se
conviertan en un desperdicio de recursos, e incluso de destrucción cultural; y
que en más de una ocasión, la ecuación "educación igual a desarrollo" se haya convertido
en una especie de "enseñanza contra el desarrollo".
La educación por si sola no puede conducir al continente africano hacia el desarrollo. Desde luego, hace falta una implicación decidida de la comunidad internacional y un sentido patriótico, en el buen sentido de la palabra, de los dirigentes africanos. Si no es así, África se poblará de licenciados y doctores sin ninguna incidencia real en la vida de sus conciudadanos.-
La educación por si sola no puede conducir al continente africano hacia el desarrollo. Desde luego, hace falta una implicación decidida de la comunidad internacional y un sentido patriótico, en el buen sentido de la palabra, de los dirigentes africanos. Si no es así, África se poblará de licenciados y doctores sin ninguna incidencia real en la vida de sus conciudadanos.-
EStoy totalmente de acuerdo...sin un compromiso de la comunidad internacional y de los dirigentes de los países africanos, la mayor tasa de gente con formación universitaria no podrá incidir en un mayor desarrollo de cada país.
ResponderEliminarEso mismo pienso yo. En ningún momento ponemos en duda el papel fundamental de la educación en el progreso de los pueblos como se podría pensar en un primer momento. Lo que pasa es que, como bien dices, la mayor tasa de gente con formación universitaria (cosa que ahora ya se da en no pocos países africanos y casi todos los universitarios en paro o inmigrantes fuera de sus países), sin un compromiso internacional y de los dirigentes africanos no tendría ninguna incidencia en un mayor desarrollo. Un saludo.
ResponderEliminarno estoy 100% de acuerdo con tus reflexiones. Creo y me dedico a educar, y creo que sin educación una sociedad, un país, o persona no puede desarrollarse en libertad. Quizás las reflexiones haya que hacerlas en base a qué tipo de educación estamos generando y para qué tipo de desarrollo.
ResponderEliminarNo creo que sea negativo que un país tenga personas formadas en todos los niveles educativos, más bien, considero que esto es una riqueza que se debe saber aprrvechar por parte de la sociedad civil.
Gracias, Irene, por tu observación. En esta entrada invito a una reflexión sobre el papel de la educación reglada en el desarrollo de África. En ningún momento, si te ha fijado, pongo en duda el papel fundamental de la educación en el desarrollo de los pueblos. Únicamente invito a una revisión de la ecuación, casi mágica, de educación=desarrollo. A parte de la educación, hay que pensar en otros factores casi tan poderosos en el contexto africano actual que la misma educación. Muchas gracias y un saludo.
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