“Si
buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, decía Albert Einstein.
Pues bien, si las empresas españolas quieren salir del atolladero al que les ha
metido la profunda crisis que está atravesando la economía europea, deben hacer
cosas distintas e innovar. Y una de esas cosas distintas sería, sin duda,
entrar en nuevos mercados como solución inmediata de supervivencia y de
posicionamiento en una economía global.
En la búsqueda de esos nuevos mercados, y ante el retraso en el esperado crecimiento de las economías desarrolladas y las últimas tendencias recesivas, deberían recordar la existencia de más de mil millones de potenciales consumidores africanos que alcanzarán su madurez, en cuanto al consumo se refiere, en los próximos años. África es el segundo mayor continente del planeta y ocupa el segundo lugar también en población.
Pese a estar tan cerca de España geográficamente (mentalmente está a millones de kilómetros), muchas empresas todavía dudan sobre la inversión en el continente africano. La visión que todavía reina en el empresariado español es la de un continente corrupto y con gran inestabilidad, a parte de la una inseguridad jurídica alarmante.
Si bien el clima de negocio ha mejorado sustancialmente en los últimos tiempos, en el imaginario empresarial español no se logra eliminar el recuerdo de las etapas convulsas que vivió el continente a mediados de los años 90; tampoco la reciente primavera árabe y la guerra en Mali han ayudado mucho en cambiar esa percepción. De ahí que, pese al gran potencial económico de África, las empresas hispanas opten por cerrar los ojos y seguir mirando a Asia y a Latinoamérica.
Mientras tanto, empresas y multinacionales de otros países, lo hagan bien o mal, se están posicionando en África. No queremos hacer publicidad aquí de ninguna de ellas, pero a modo de muestra, compañías como Orange, Vodafone, Daewoo, Wal-Mart, Kraft Foods, Nestlé, JP Morgan, Total... y muchas pequeñas y medianas empresas occidentales ya hacen negocio en el continente. Las compañías aéreas europeas y asiáticas surcan cada vez más los cielos africanos. ¡No será que a ellas no les importen la famosa seguridad jurídica que cada vez se habla de África esgrimen las empresas españolas!
Cuando grandes compañías internacionales se posicionan de esa manera, pocas dudas se deberían albergar acerca de que el momento ha llegado para las empresas españolas en el continente africano. Eso sí, se equivocaría aquel que pensara que existe un mercado que está esperando; porque en África, a pesar de la potencialidad de oportunidades para triunfar, los emprendedores españoles deberían dar lo mejor de sí mismos ya que encontrarán competidores que les están tomando ya la delantera.
Es verdad que el continente africano planteará grandes desafíos y condiciones específicas a las empresas, que deben adaptarse a un entorno novedoso y distinto del resto del mundo. De ahí la necesidad de un cierto conocimiento de usos y costumbres de la región. No obstante, si las organizaciones extranjeras como las que hemos mencionado antes, con estructuras empresariales parecidas a las españolas, han sido capaces de gestionar con éxito sus filiales en el continente, las españolas, sin lugar a duda, lo podrán hacer también.
Además, África necesita hoy preferentemente inversiones, que crean riqueza, más que cualquier otro tipo de ayudas, que también son bienvenidas.
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