Pese
a una imagen generalmente negativa que circula en muchos medios internacionales,
el turismo africano, en particular el de la región subsahariana, está
experimentando en los últimos tiempos, según las estadísticas de la Organización Mundial
del Turismo (OMT), un cambio profundo y un crecimiento sostenido.
El
aumento de turistas ha sido espectacular en los últimos veinticinco años. Si en
1987 se contabilizaba unos 20 millones de turistas, en 2012, superada ya la
barrera simbólica de 50 millones, se registraron más de 63 millones de llegadas.
Estas
cifras y otras confirman, desde luego, que el turismo deja de ser una actividad
testimonial y exótica, como venía siendo habitual desde los tiempos coloniales,
para convertirse en uno de los motores de la economía continental y en un
factor decisivo en la mejora de la imagen del continente negro.
Los
ingresos provenientes del mismo constituyen ya una parte importante del
producto interior bruto de varios países del continente: más del 50% de
Seychelles, 30% de Cabo Verde, 25% de Mauricio, 16% de Gambia…
Es
verdad que los países con buenas infraestructuras y seguridad atraen más
turistas; pero no es menos verdad que África, en los últimos diez
años, ha hecho un gran esfuerzo en infraestructuras y seguridad, a pesar de la
inestabilidad en algunos países bien localizados y la corrupción que “goza de
buena salud” en muchos países del continente (como en el resto del mundo).
Es
verdad que de los más de mil millones de turistas que el año 2012 circularon
por el mundo sólo 63 millones se acordaron de África; pero no es menos verdad
que África ofrece un turismo diferente, único y original, intentando gestionar
de manera innovadora sus tres tipos de turismo: “Naturaleza”, “Cultura” y “Safari”,
aparte del sol y playa.
Para
los amantes de sol y playa, África les espera con largas y espectaculares costas, orillas de
infinitos lagos y ríos, piscinas de los cada vez más envidiables hoteles.
Para
aquellos que opten por el “Safari”, nada que presentarles a estas alturas que no
han oído hablar. Únicamente decirles que, aunque Kenia y Tanzania sean los
países más emblemáticos, África, del norte al sur y del este al oeste, es
territorio safari.
En
cuanto a “Naturaleza”, nombrar África es evocar un continente con una
naturaleza exuberante, una fauna única y una flora excepcional.
En
lo referente al turismo cultural, pisar suelo africano significa entrar en
contacto con un pueblo cuya cultura milenaria se manifiesta en sus múltiples
idiomas, en sus creencias religiosas, en sus fiestas y en sus creaciones
artísticas.
Pero cuando vayan a África encontrarán, sobre todo, a un pueblo hospitalario que les recibirá con los brazos abiertos y que compartirá lo “poco” o lo “mucho” que tenga, sin fijarse en los beneficios que su actuación le pueda reportar.
Desgraciadamente, las armas y los intereses de la clase dirigente africana, mayoritariamente mediocre, corrompida y manipulada por multinacionales extranjeras, hacen tanto ruido y tanto daño que no dejan trascender este rasgo definitorio del pueblo africano.-
Pero cuando vayan a África encontrarán, sobre todo, a un pueblo hospitalario que les recibirá con los brazos abiertos y que compartirá lo “poco” o lo “mucho” que tenga, sin fijarse en los beneficios que su actuación le pueda reportar.
Desgraciadamente, las armas y los intereses de la clase dirigente africana, mayoritariamente mediocre, corrompida y manipulada por multinacionales extranjeras, hacen tanto ruido y tanto daño que no dejan trascender este rasgo definitorio del pueblo africano.-
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