Por Paula Martín Agudo.
Hoy hablamos con Néstor Nongo, africano afincado en España. Es experto en comunicación pública, licenciado en Ciencias Políticas, Sociología y en estudios eclesiásticos y teología, además de un grado en filosofía. También es analista de información internacional, centrándose así en África, el eje central de nuestra entrevista.
Hoy hablamos con Néstor Nongo, africano afincado en España. Es experto en comunicación pública, licenciado en Ciencias Políticas, Sociología y en estudios eclesiásticos y teología, además de un grado en filosofía. También es analista de información internacional, centrándose así en África, el eje central de nuestra entrevista.
¿Cómo definiría el papel del “primer mundo” ante África?
No es fácil
definir el papel del primer mundo en relación con África ya que las relaciones
entre Occidente y África afectan a muchos sectores, desde la política hasta la
economía pasando por la religión y las organizaciones no gubernamentales. Aún así, podría decirse que
prevalece una especie de paternalismo.
¿Cuáles son los principales problemas de África? ¿Cómo se podrían
solucionar?
Hoy, los
principales problemas de África tienen que ver con la seguridad alimentaria,
porque una buena alimentación evitaría muchos problemas de salud y llevaría a la
gente a plantear otros retos en la vida más allá de la pura supervivencia. Y la
solución pasa por un replanteamiento de las prioridades en la política africana
y un apoyo decidido de la comunidad internacional; es decir, que la seguridad
alimentaria entre a formar parte de la agenda de los líderes internacionales.
Se hace una pregunta en su blog: “¿Cuándo se jodió África?”. ¿Cómo la respondería?
Creo que
África “se jodió” cuando se vendió el primer negro contra los productos
europeos; en aquel momento, el negro bajó un escalón frente al hombre blanco y
con él, todo el continente.
¿Qué opina de los saltos de la valla de Melilla y del comportamiento
del gobierno marroquí y español?
El tema de
los saltos de la valla de Melilla es un tema muy complejo, y es susceptible de
múltiples interpretaciones. Los gobiernos marroquí y español se enfrentan a un
problema que tiene su origen en la colonización británica y, sobre todo,
francesa. España, como indican todos los que estudian este tema, es un mero
lugar de paso. Esos jóvenes vienen a buscar en Europa lo que se les niegan en
sus lugares de origen dónde los antiguos colonos (franceses y británicos) siguen
esquilmando los recursos de sus tierras.
Usted dice que ha llegado el momento de las empresas españolas en
África, ¿por qué?
Ante la
desconfianza que provocan los “amos” de siempre que ha tenido África, léase
Francia y Gran Bretaña, probablemente las empresas españolas pueden tener su
oportunidad porque, de momento, tienen buena prensa en el continente.
También se pregunta cuándo los gobernantes africanos dejarán de abusar
de sus pueblos, ¿lo ve posible y cercano?
Desde luego
que es posible. Lo hemos visto hace bien poco en Burkina Faso: el pueblo se
levantó y echó del poder a Blaise Campaoré que llevaba 28 años en los destinos
del país. El pueblo le dijo basta cuando quiso modificar la Constitución para
optar a un nuevo mandato. Espero que cunda el ejemplo en el continente
¿Cómo definiría a Mandela?
Tuve la
suerte de coincidir una vez con él cuando acababa de salir de la cárcel y yo
era un joven universitario. Las palabras con las que él mismo quería que se le
recordase dice todo de él: “Me gustaría que dijeran de mí ‘aquí yace un hombre que
cumplió con su deber en la tierra’. Eso es todo”. Para mí es uno de los hijos
ilustres del continente africano y del mundo entero. Al año de su muerte, digo:
qué suerte tuvimos de coincidir en vida con ese gigante…
¿Usted también comparte ‘el sueño’ de Martin Luther King?
Absolutamente.
Debemos trabajar entre todos y con todos, codo con codo, para que el sueño de Luther King
se haga realidad. Y para ello, debemos luchar contra los prejuicios y los
tópicos, y dar a oportunidad al diferente y al distinto, y a la convivencia.
Nació en Bayaya (un pueblo remoto de la tribu de los Djonga), pero
también vivió en Elingampangu, Bahamba, Batetela, Bakutshu y Bohindo. ¿Qué
recuerda de esa época? ¿Qué supuso en su crecimiento humano?
El hecho de
haber vivido en distintos lugares y aprender varios idiomas siempre ayuda a
comprender al otro y a relativizar ciertas cosas. Desde aquella época he
considerado siempre al mundo como mi ciudad. Por necesarias que sean, no me siento limitado por las fronteras:
soy ciudadano del mundo.
¿Qué han supuesto los misioneros en su vida?
Los
misioneros, y la Iglesia en general, han constituido una referencia constante
en mi vida. He estudiado siempre en instituciones religiosas y puedo decir que
le debo mucho a la Iglesia. Gracias a ella pude salir de mi aldea para estudiar
en la Misión (la ciudad) y abrirme el camino en la vida.
¿Por qué cree que es necesario recordar que África es un continente y
no un país?
Porque en la
mente de mucha gente África no pasa de ser un país, para no decir una comarca o
una aldea. Con la crisis del ébola esta realidad se ha puesto de manifiesto:
toda África parecía contaminada por dicha enfermedad, cuando la epidemia estaba
circunscrita en tres países del oeste.
¿Qué le diría a los españoles sobre los africanos y a los africanos
sobre los españoles?
Que no
tengan miedo y que se conozcan, y saldrán todos ganando.
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