El mes pasado, la Agencia de Naciones Unidas para la alimentación (FAO) lanzaba la voz de alarma y advertía
del riesgo que corría un número importante de personas por la enésima crisis
alimentaria en la región del África occidental y central que linda con el
Sahel.
Situaba el número de personas
amenazadas por la inseguridad alimentaria en 15 millones "debido en parte
a un descenso localizado -pero significativo- de la producción
agropastoril". Señalaba que los afectados se distribuyen de la siguiente
manera: 5,4 millones de personas en Níger (35% de la población), tres millones
en Malí (20%), cerca de 1,7 millones en Burkina Faso (10%), unos 3,6 millones
en Chad (28%), 850.000 en Senegal (6%), 713.500 en Gambia (37%) y 700.000 en
Mauritania (22%).
Lo más llamativo del documento
es que habla de un número importante de personas “atrapadas en un círculo
vicioso de crisis alimentarias recurrentes”. Como si esto fuese una especie de fatalidad.
Y la pregunta que toda persona
advertida se haría es la siguiente: ¿cómo es posible que eso ocurra en África,
tierra codiciada, el continente más rico del mundo en recursos minerales, con
tierras arables abundantes y ríos con grandes caudales, y que cuenta con una
población muy joven?
Sería fácil y demagógico decir que
las recurrentes crisis alimentarias provienen exclusivamente de las catástrofes
climatológicas porque, quitando las zonas desérticas del Sáhara falto de
lluvias, la mayoría de las tierras africanas son productivas.
Dos causas explicarían, a nuestro entender, las "crisis alimentarias recurrentes" en África: el poco dominio de la técnica de
irrigación y la política agrícola aberrante de los políticos africanos.
Hay que subrayar que África
posee el 15% mundial de tierras cultivables, además de ser un continente rico
en hidrografía. Sin embargo, todo eso está mal aprovechado. La técnica de irrigación
sigue sin controlarse. En pleno siglo XXI, en África se utilizan todavía las
técnicas medievales, y eso hace que la producción sea escasa y no llegue a
cubrir todas las necesidades alimentarias. El dominio de la técnica de
irrigación y el empleo de métodos eficaces significarían el fin de las "recurrentes crisis
alimentarias" y la inseguridad alimentaria en África.
La presencia cada vez más
notoria de multinacionales que compran grandes superficies de tierras a gobiernos locales para producir allí productos que luego venden fuera de África
confirma nuestra tesis. África no es desértica y no se identifica, toda ella, con el Sahel.
Por otra parte, las políticas
aberrantes, sin sentido, de muchos dirigentes africanos en temas agrícolas están también en el origen de las crisis. Me pregunto siempre
porqué los gobiernos africanos no se fijan como objetivo prioritario la
autosuficiencia alimentaria. Que sepamos, las cumbres
regionales que han abordado asuntos agrícolas se han contentado con falsas promesas.
Hasta la fecha, no se ha elaborado en África una política agrícola real y creíble. África, debido a sus dirigentes, pasa por ser el continente que produce lo que no demanda e importa lo que realmente consume. Es decir, produce café, cacao, algodón etc. que no consume, e importa arroz, leche, tomate, azúcar…que sí consume. Es un sin sentido. Además, los precios de los productos que venden en el mercado internacional están a la baja permanentemente.
Como conclusión, el dominio de
la tecnología o, por lo menos, de las técnicas de irrigación y el
establecimiento de unas prioridades claras en la producción agrícola evitarían
muchas crisis alimentarias que conoce el continente africano.
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