Se han escrito tantas cosas
sobre las últimas elecciones y el triunfo de Macky Sall en Senegal que casi resulta
reiterativo y cansino volver sobre ello. No obstante, nos gustaría hacer dos
consideraciones que creemos oportunas: una sobre la composición del primer
gobierno de Sall y otra, sobre los resultados electorales.
Siguiendo el orden
cronológico de los acontecimientos, empecemos por los resultados. Todos los medios
llevaron a su portada, y con razón, la arrolladora victoria de Macky Sall sobre
Abdoulaye Wade en la segunda vuelta de las presidenciales, con casi 66% de
votos.
Macky Sall, el día de su investidura |
El equipo del nuevo presidente
debería hacer una lectura sosegada de los resultados, percatarse de este hecho
y no dormirse en los laureles, creyendo a pie juntilla que tan elevado
porcentaje de votos es fruto de una adhesión inquebrantable a su líder. Debería
darse cuenta de que éste ha contado con unos votos prestados circunstancialmente
para apear a Abdoulaye Wade de la presidencia de la República. Y trabajar para
ganarse a esos “estorninos” circunstanciales que le votaron.
La segunda observación tiene
que ver con la composición del primer
gobierno de Macky Sall. Llama poderosamente la atención su tamaño. En
contra de lo que nos tienen acostumbrado muchos dirigentes del continente, el
gobierno de Sall, aunque compuesto de 25 miembros, es reducidísimo dentro del
panorama africano. Valgan como ejemplos los 44 miembros de consejo de ministros
de Nigeria, los 47 de la República Democrática del Congo, los 40 de Chad, o los
38 del anterior gobierno senegalés. Los gobiernos africanos se
caracterizan por un tamaño desorbitante, un reparto de carteras artificial y un
exagerado solapamiento de competencias. ¡Se imaginan una reunión del consejo de
ministros de 40 miembros y que cada uno hablase 10 minutos! Además de interminable,
poco operativa.
Macky Sall y su primer ministro Abdoul Maye |
La explicación de tal tamaño
suele radicar en el afán de querer contentar a todas las componendas del grupo
ganador (de unas elecciones o de un golpe de estado) y favorecer a los amigos.
Pero los hechos demuestran que eso va contra la eficacia y la eficiencia. Y
como dato curioso, señalar que en África subsahariana hay 49 países y cerca de
2.000 ministros. Y muchas veces me pregunto: ¿qué hacen? ¿A qué dedican su
energía? ¿Cuándo les cesan, han mejorado en algo las condiciones de vida de los ciudadanos respecto a lo que encontraron? Tengo
fundadas dudas sobre el resultado de su tarea...
Queda por ver los frutos de
la decisión de Macky Sall con la reducción drástica de los miembros de su
gabinete. De antemano será más manejable que el de su antecesor, y de muchos
gobiernos de su entorno.
Esperemos que los demás presidentes
africanos tomen buena nota, por el bien de sus respectivos países y por la
eficacia de sus gabinetes. Y por otra parte, que el ganador de las elecciones
senegalesas sepa interpretar los resultados y trabaje por la “fidelización” del
voto del pasado 25 de marzo trabajando por el bienestar de su pueblo.
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