viernes, 20 de abril de 2012

La cooperación o la integración de África como historia de un fracaso


Hace unos días, en relación a los últimos golpes de Estado acaecidos en África, concretamente en Mali y Guinea-Bissau, me preguntaba un amigo, asiduo lector de un diario de tirada nacional, que qué es eso de la CEDEAO y qué capacidad real tenía en el escenario creado en los dos países. No se hacía idea de que en África existiesen organizaciones de cooperación regional, porque siempre que ocurre algo allí, según él, se recurre a la ONU, a las organizaciones internacionales y a las ONG’s. 


Intenté explicarle que en África, aunque cueste creerlo, existen organizaciones regionales, e incluso una comunidad económica (UEMOA) dónde ocho países comparten una misma moneda (el franco CFA).

Su sorpresa fue tan grande que me preguntó si realmente esas organizaciones sirven para algo. Le contesté con el titular de esta reflexión: “la cooperación o la integración en África es la historia de un fracaso”.

Necesidad de integración regional

Muchos analistas sostienen que los países africanos deberían cooperar más, e incluso integrarse en organizaciones supranacionales para, juntos, construir  un futuro mejor y hacer oír su voz en el escenario internacional, marcado por la globalización y los intercambios comerciales. Estos mismos analistas afirman también que la cooperación y, sobre todo, la integración evitarían enfrentamientos entre Estados o creación de santuarios rebeldes en  algunos países para luego desestabilizar a las naciones vecinas. Y ponen como ejemplo a la Unión Europea. Y no se imaginan una acción bélica entre dos países miembros de la misma.

La bandera de la Unión Africana
Además  de ser responsable, en gran medida, de la ausencia de conflictos bélicos entre los países miembros de la Unión, la integración europea ha sido  también el motor de su desarrollo económico, a pesar de la brutal crisis de los últimos años.

De ahí que más de uno sugiere la integración de los países africanos como estrategia para afrontar, juntos, los enormes desafíos que se les presentan. Porque, como dice la sabiduría popular, “la unión hace la fuerza”.

No queremos entrar aquí en academicismo. Sólo señalar que los conceptos cooperación e integración no son asimilables; eso sí, muy relacionados. La integración supone la creación de una estructura supranacional, como finalidad, a la que los Estados miembros conceden parcial o totalmente sus soberanías para la creación de instituciones comunes y la adopción del derecho comunitario, bases de una interdependencia estructural, mientras que la cooperación mantiene la independencia y la soberanía de aquellos, que crean entre sí un mero marco de solidaridad interestatal en áreas específicas, donde tienen interés en concertarse para resolver los problemas definidos, áreas limitadas en el tiempo y en el espacio.

Las organizaciones africanas

Lo que la inmensa mayoría de la gente no sabe es que, de todas las regiones en vías de desarrollo, África destaca por la proliferación de organizaciones regionales de cooperación-integración. Más de doscientas, creadas desde la oleada de las independencias a principios de la década de los 60 del siglo pasado. Unas funcionan, si bien que mal, con alguna que otra cumbre, mientras que otras o están paralizadas, han caído en desuso o han desaparecido.

Tenemos organizaciones de todo tipo: políticas, económicas, financieras y bancarias, culturales, hidrográficas.  Por su importancia y actividades, mencionaremos únicamente a las políticas y económicas.

Las organizaciones políticas: buscan la unificación o la cooperación política entre dos o varios Estados. Podemos destacar  la Unión Ghana-Guinea-Malí, la Federación de Malí, el Consejo de la Entente, la Organización Común Africana, Malgache y Mauricia (OCAMM), los países de la Línea del Frente y, sobre todo, la Unión Africana (la antigua OUA).

En cuanto a las organizaciones económicas, basadas en la simple cooperación regional o funcional, bajo la forma de uniones aduaneras, comunidades económicas, áreas de comercio preferencial o frentes comunes, podemos mencionar:  la Unión Aduanera y Económica de África Central (UDEAC), el Comité permanente Consultivo Magrebí (CPCM), la Unión de Estados de África Central (UEAC), el Mercado Común de África Oriental (EAC), la Comunidad Económica de África Occidental (CEAO), la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), la Comunidad Económica de Países de los Grandes Lagos (CEPGL), la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC), la Unión del Magreb Árabe (UMA), la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), la Zona de Comercio Preferencial de África Oriental y Austral (PTA), convertida en 1993 en Mercado Común del África Oriental y Austral (COMESA) como etapa de la unión aduanera.

El fracaso de la integración regional africana

Estas organizaciones fueron creadas como instrumentos apropiados para resolver los problemas de la crisis del Estado-nación, con la consiguiente realización de la unidad africana, para lograr el rápido crecimiento económico y el desarrollo, imposibles de conseguir a nivel individual, así como para impedir la marginación de África en este momento de la mundialización.

Sin embargo, ningún de estos objetivos ha sido alcanzado por varios motivos. Por tanto, la integración africana ha sido un auténtico fracaso debido a  importantes obstáculos, sobre todo, económicos y políticos.

Políticamente, pese a expresar buenas intenciones para realizar la unidad africana o la integración regional, en la práctica los gobiernos africanos han sido celosos de sus soberanías nacionales (basadas en el tribalismo) a las que no han querido renunciar, total o parcialmente, para favorecer dicho proceso. Todo lo contrario, han fomentado los nacionalismos exacerbados y xenófobos con respecto a los ciudadanos de los países vecinos, convertidos en cabezas de turco de los fracasos internos, llegando hasta el extremo de sus expulsiones masivas. Y sobre todo, la falta de democracia es un obstáculo insalvable para construir una estructura supranacional.

Desde el punto de vista económico, los países africanos producen y exportan los mismos productos, con el consiguiente debilitamiento del comercio interafricano, extrema dependencia externa, duplicaciones y deterioro de los términos de intercambio. Además, el mal endémico del continente, la corrupción hace de la integración regional una aventura quimérica.

¿Solución?

El futuro de la integración africana y su eficacia pasa, entre otro, por dar soluciones a los obstáculos enunciados, partiendo de una verdadera voluntad política.

Para tener un espacio en la escena internacional, a África no le queda otra. Y la globalización es un potente aliado, o por lo menos, le obliga a integrarse; porque muy pocos países del continente, para no decir ninguno, poseen los recursos suficientes y los mercados internos significativos como para conseguir en solitario un crecimiento o un desarrollo nacional viable.




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