domingo, 31 de mayo de 2015

Los grandes desafíos que le esperan al nuevo presidente de Nigeria

Nigeria es el país más poblado de África, con cerca de 200 millones de habitantes; primera potencia económica continental, incluso por delante de Sudáfrica; pero no se queda tampoco atrás en cuanto a la corrupción y a las desigualdades se refieren: es uno de los países más corruptos y desiguales del mundo. A estas dos últimas lacras hay que sumar la violencia de Boko Haram. De ahí que al nuevo presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, le esperen desafíos muy importantes que vienen determinadas por las tres grandes fracturas que han marcado siempre a este gigante africano: la geografía, la religión y la economía.

Geográficamente, Nigeria se abre al golfo de Guinea por una costa de más de mil kilómetros; tiene fronteras con varios países: Benín, Níger, Chad y Camerún; y está atravesado por tres zonas climáticas: el Sahel en el norte, la selva tropical en el sur y la sabana en el centro. 

Desde el punto de vista religioso, el norte es mayoritariamente musulmán (los 12 estados de esa parte del país aplican la sharia de una manera más o menos rigurosa); el sur es prácticamente cristiano; mientras que el centro del país es más bien sincretista. 

En el plano económico, el norte del país, escaso en recursos, es más bien pobre. La economía aquí se basa en caravanas transaharianas. El sur, en cambio, rebosa riquezas naturales y goza de un clima más favorable a la agricultura. Además es la región dónde se localizan los yacimientos de hidrocarburos (petróleo y gas) entorno al delta de Níger y el golfo de Guinea. No olvidemos que el petróleo es la principal fuente de ingresos de Nigeria con 1,7 millones de barriles al día (primer productor continental).

Estas fracturas tienen relación con los grandes desafíos que, a nuestro entender, debería hacer frente el nuevo gobierno: Boko Haram, corrupción y desigualdades, y la demografía.

El primer gran desafío del gobierno de Muhammadu Buhari será combatir el terrorismo de Boko Haram. Para ello, no debería olvidar que en sus inicios Boko Haram, que fue fundado por Mohamed Yusuf en 2003, tenía como objetivo denunciar y combatir la corrupción del estado nigeriano responsable, según sus líderes, de la miseria de las regiones del norte mayoritariamente musulmanas. Por eso se propusieron construir un califato porque tenían el sentimiento de estar abandonados por un poder del sur, predominantemente cristiano, dónde están las ciudades dinámicas como Lagos y Port Harcourt y la casi totalidad de las industrias del país. Por tanto, combatir a los terroristas de Boko Haram debería llevar aparejado la lucha contra la corrupción y las desigualdades, que es el segundo gran desafío.

El nuevo gobierno debería hacer un esfuerzo por repartir la riqueza que se obtiene de los recursos naturales entre toda la población del país, aunque los habitantes del sur se resistan a compartirla con los del norte. Sería necesaria una justicia social; una lucha decidida contra la corrupción y el robo sistemático del petróleo; y una acción determinada contra las multinacionales que esquilman al país de sus recursos, léanse Total, Shell, Chevron…Hasta ahora son siempre los mismos oligarcas nigerianos y sus secuaces extranjeros los que se han repartido impunemente la riqueza nacional.

Finalmente, Muhammadu Buhari y su equipo deberían afrontar el problema demográfico. Nigeria es el país más poblado de África y el séptimo del mundo; y si sigue la tendencia actual (5,5 hijos por mujer de media), en 2050 ocupará el tercer puesto justo detrás de la India y China. De ahí que el estado tenga delante de sí un gran desafío: absorber una población joven, urbana y numerosa, sobre todo en la parte sur del país, y atender sus necesidades.

La corrupción, las desigualdades y la violencia son, a nuestro modo de ver las cosas, los grandes desafíos a los que deberían enfrentarse los nuevos dirigentes de Nigeria si quieren hacer algo, de verdad, por su pueblo.




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