Nigeria parece adentrarse en su peor crisis desde la guerra civil que sufrió a finales de los años sesenta. Si hace unos días la violencia religiosa dejó decenas de muertos en el norte del país, desde el lunes los sindicatos han convocado una huelga general indefinida y miles de personas han protestado en las principales ciudades contra el Gobierno y la subida del precio de la gasolina. A todas luces, el gigante del África del oeste, el primer productor de crudo del continente se encuentra atenazado por la violencia religiosa y la crisis económica.
Hace unos días el presidente Goodluck Jonathan decía que su país atravesaba una situación peor que la de la guerra civil, de triste recuerdo, que dejó más de un millón de muertos. La pregunta que más de uno se hace es la de saber si ahora hay peligro de guerra civil.
Hay que reconocer que muchos peligros se ciernen sobre el país. Uno de ellos, sin lugar a duda, es la existencia del movimiento extremista y fundamentalista Boko Haram en el norte del país. Este movimiento ha perpetrado varios atentados, con las iglesias y los lugares cristianos como objetivos. El presidente Jonathan ha llegado incluso a afirmar que algunos miembros del gobierno podrían tener contacto con dicho movimiento, sin dar pruebas. Lo que ha crea una situación de ansiedad. De ahí que muchos se pregunten si no estamos cerca de una explosión política.
El segundo peligro es la existencia de grandes desigualdades económicas, sobre todo en el norte del país, mayoritariamente musulmán; lo que aumenta la hostilidad hacia el sur y hacia el gobierno, dirigido por un cristiano. Muchos creen que el origen de la secta Boko Haram ha de buscarse en esas desigualdades sociales.
Y por último, las consecuencias que pueden acarrear la decisión del gobierno de retirar la subvención del petróleo. Jonathan retiró la subvención gubernamental a la gasolina desde el 1 de enero y su precio ha pasado de unos 35 céntimos de euro por litro a cerca de 75. Esta subida ha aumentado el coste de los alimentos y el transporte, y ha sido la chispa que ha hecho explotar a la gente. En la retirada de la subvención, el presidente siguió los consejos del FMI para sanear las cuentas públicas; además, quería terminar con una vieja tradición que conllevaba mucha corrupción, aparte de engullir el 25% del presupuesto. Los líderes regionales usaban el dinero de la subvención para fomentar el clientelismo político. Pero la decisión ha podido ser imprudente, políticamente, en este momento. Se podría haber retirado dicho subsidio de manera gradual. Con esta decisión, el presidente ha dado alas a sus oponentes políticos que movilizan a sus simpatizantes.
Ahora todo pasa por la capacidad de la policía de imponer el orden. Esperemos que así sea. Porque en caso contrario, el Ejército entraría en acción y la situación podría degenerar en que éste se hiciese con el poder. Y la posibilidad de división interna en el seno del mismo desembocaría en un enfrentamiento entre los militares originarios del norte y los del sur.
Esperemos que los nigerianos tengan todavía presente en su memoria la guerra civil y lleguen a soluciones razonables y pacíficas.
Esperemos que los nigerianos tengan todavía presente en su memoria la guerra civil y lleguen a soluciones razonables y pacíficas.
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