Poco a poco estamos dejando atrás el verano y, sobre todo, los meses de julio y agosto, de máxima exposición al sol, con temperaturas elevadas, en algunas ocasiones, asfixiantes; días de playa y diversión a orilla del mar, en las piscinas, ríos y pantanos. Estamos dejando atrás esas noches de juergas y fiestas, días de excursiones y aventuras..., aunque nos acompañen los recuerdos de ese tiempo tan anhelado porque significa vacaciones y descanso...
Y, sin darnos cuenta, nos acompaña también una cierta visión de cosas asociada al calor veraniego; me refiero a África. La inmensa mayoría de la población española piensa que en África hace calor como aquí en pleno verano. ¡Cuántas veces hemos oído en los servicios meteorológicos aquello de "ola de calor africano" durante el verano!
De una manera simplista y poco científico, esos servicios identifican el continente africano con la ola de calor cuando, por mínima que sea nuestra observación, nos dariamos cuenta de que eso no se ajusta a la realidad. Bien es cierto que África es el continente con mayor insolación anual (de ahí el origen de su nombre en latín, aprîcus, a, am: soleado). Sin embargo, el continente africano es inmenso y está atravesado por diversas franjas climáticas, abarcando los climas mediterráneo, desértico, tropical, subtropical, intertropical...
¿Se acuerdan de la selección española ganando el mundial de fútbol en pleno invierno en Sudáfrica?
Si en toda África se diese de manera permanente un calor como el que aquí conocemos como "ola de calor africano" dificilmente se podría sobrevivir.
Creo que con la ola de calor africano se querrá hablar del calor sahariano; para ello, hay que ceñirse a la expresión exacta. Cuando aquí nos afecta la ola de frío siberiano nadie habla de frío europeo...
Así, pues, el continente africano está bastante estigmatizado e identificado con el subdesarrollo y sería deseable no estigmatizarlo más.
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