martes, 22 de noviembre de 2011

Al Qaeda en Magreb islámico después de Gadafi

Con la que está cayendo en los mercados occidentales y con la crisis de la deuda de los Estados miembros del euro, la guerra de Libia parece un acontecimiento remoto del que los medios de comunicación ya dan por “amortizado”, y la primavera árabe queda en un segundo plano. De cuando en cuando, la brutalidad del régimen de El Asad, en Siria, contra su propio pueblo, o la resistencia del pueblo egipcio en la plaza de Tahrir a los militares nos recuerdan que todavía sigue viva la llama de la primavera árabe, el anhelo de una buena parte del mundo que quiere vivir en libertad.
Sin embargo, la crisis libia sigue ahí, con unas consecuencias que duraran mucho tiempo, sobre todo en la región conocida como el Sahel.
Ataques islamistas, tráfico de drogas, riesgo de hambruna y explosión demográfica. ¿Se está convirtiendo el Sahel en otro Afganistán, una de esas "zonas grises" del mundo que están fuera del control?

La mayor preocupación en esa región de África es que Al Qaeda en Magreb Islámico se convierta en Al Qaeda en el Sahel Islámico. Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) podría convertirse en Al Qaeda en el Sahel Islámico, ya que esta región parece ser su nuevo santuario. Los combatientes de Abdelmalek Droukdel y los de Abdelhamid Abou Zeid, principales responsables de AQMI, multiplican desde hace varios años los ataques y secuestros de occidentales. Pero la crisis de Libia, parece haber dado un nuevo impulso a los yihadistas que han adquirido nuevas armas a los beligerantes de Libia. Según varias fuentes, tendrían en su poder los formidables misiles tierra-aire, tipo Sam-7. Y también habrán reforzado sus reservas de AK-47, explosivos y lanzacohetes.

Además, cientos de combatientes tuareg que combatieron junto a Gadafi ahora vuelven a Malí y Níger, lo que agrava aún más la situación de seguridad en estos países. Así, poco a poco, AQMI está expandiendo su proyección por el continente africano, en países como Mauritania, Malí y Níger, y hasta Nigeria.

Para hacer frente a estas amenazas, las medidas nacionales son y seguirán siendo las respuestas por antonomasia. Pero hace falta una estrategia antiterrorista global que siga un modelo en el que la tecnología juegue un papel importante. Y también la ayuda al desarrollo, la educación y la cooperación policial y judicial, que son deseables si no necesarias, ya que por el momento la respuesta está siendo muy limitada para el nivel de riesgo que entrañan las actividades terroristas.

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