El pasado 9 de octubre, Paul Biya, de 78 años, fue reelegido presidente de Camerún con 77,9% de sufragios frente a sus 23 adversarios, sin grandes incidentes; salvo la credibilidad del escrutinio puesta en duda tanto por la oposición como por dos grandes potencias occidentales: Estados Unidos y, sobre todo, Francia, principal apoyo del régimen Biya, que han subrayado irregularidades a todos los niveles así como numerosos fallos.
Aunque la reelección haya confirmado el control absoluto sobre el sistema político que él mismo ha establecido en los últimos 29 años que ha dirigido el país, Biya debería contar y preocuparse por dos factores importantes: el tiempo y el contexto internacional.
A su edad, debería saber, supongo, que no es eterno y que hay que pensar en el fin, sea cual sea la solidez de su sistema. Debería darse cuenta de los límites de la retórica del “Yo o el caos”, puestos en evidencia por las caídas espectaculares de Ben Alí en Túnez, Mubarak en Egipto, Gadafi en Libia, o Gbagbo en Costa de Marfil. ¿Sabrá evitar una crisis de sucesión como las que han vivido otros países africanos después de la desaparición de presidentes que han “reinado” durante decenios?
A pesar de manifestar cierta estabilidad, durante la campaña electoral se ha podido sentir importantes tensiones visibles o latentes en el país: tensiones étnicas entre nórdicos, Bétis y Bamilékés; tensiones lingüísticas entre angloparlantes y francoparlantes; y tensiones regionales entre centro-Sur y el oeste…
Por otra parte, Biya, a pesar de su victoria, debería tener en cuenta el contexto internacional actual no es el mismo que cuando él ganó su primer mandato allá por los años 80. Son señales importantes las denuncias de manipulaciones de las elecciones lanzadas por EEUU y Francia. Y debería tener en cuenta también la llamada “Primavera árabe”. A lo mejor dicha primavera no prende aquí y en otros países africanos debido a la desorganización de la oposición (¡23 candidatos de la oposición para enfrentarse a Biya!).
Los próximos años se anuncian decisivas en cuanto a la llamada “excepción camerunesa” (“exception camerounaise”) dada la estabilidad política que ha manifestado estos años. Paul Biya ha sido reelegido, cierto; pero debería pensar más en su pueblo que en su sillón presidencial. Y en esa preocupación y preparación de futuro ha de participar todo el gran pueblo camerunés, que cuenta con gente muy preparada.
Aunque la reelección haya confirmado el control absoluto sobre el sistema político que él mismo ha establecido en los últimos 29 años que ha dirigido el país, Biya debería contar y preocuparse por dos factores importantes: el tiempo y el contexto internacional.
A su edad, debería saber, supongo, que no es eterno y que hay que pensar en el fin, sea cual sea la solidez de su sistema. Debería darse cuenta de los límites de la retórica del “Yo o el caos”, puestos en evidencia por las caídas espectaculares de Ben Alí en Túnez, Mubarak en Egipto, Gadafi en Libia, o Gbagbo en Costa de Marfil. ¿Sabrá evitar una crisis de sucesión como las que han vivido otros países africanos después de la desaparición de presidentes que han “reinado” durante decenios?
A pesar de manifestar cierta estabilidad, durante la campaña electoral se ha podido sentir importantes tensiones visibles o latentes en el país: tensiones étnicas entre nórdicos, Bétis y Bamilékés; tensiones lingüísticas entre angloparlantes y francoparlantes; y tensiones regionales entre centro-Sur y el oeste…
Por otra parte, Biya, a pesar de su victoria, debería tener en cuenta el contexto internacional actual no es el mismo que cuando él ganó su primer mandato allá por los años 80. Son señales importantes las denuncias de manipulaciones de las elecciones lanzadas por EEUU y Francia. Y debería tener en cuenta también la llamada “Primavera árabe”. A lo mejor dicha primavera no prende aquí y en otros países africanos debido a la desorganización de la oposición (¡23 candidatos de la oposición para enfrentarse a Biya!).
Los próximos años se anuncian decisivas en cuanto a la llamada “excepción camerunesa” (“exception camerounaise”) dada la estabilidad política que ha manifestado estos años. Paul Biya ha sido reelegido, cierto; pero debería pensar más en su pueblo que en su sillón presidencial. Y en esa preocupación y preparación de futuro ha de participar todo el gran pueblo camerunés, que cuenta con gente muy preparada.
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