sábado, 25 de febrero de 2012

Gambia, esa dictadura olvidada...


En los últimos días los medios de comunicación vienen prestando una atención especial, y alentadora, a Senegal por las elecciones de mañana, día 26 de febrero. Nosotros también nos hemos hecho eco de esos comicios y de la polémica en torno a la candidatura de Abdoulaye Wade.

Desde que la “cuestión Senegal” surgió, hay una pregunta que me acompaña: ¿por qué nos fijamos tanto en Senegal y no hicimos lo propio con Gambia, ese pequeño país que parece un bolsillo profundo en el vientre de Senegal, cuando celebró elecciones presidenciales hace tres meses?

¡No será que sólo nos interesa más lo que ocurre en países con importantes recursos y  mayor proyección, que en lo que pasa en países sin materias primas!

Sino no se entendería el hecho de que existan dictaduras “olvidadas”, “sepultadas”, como Eritrea o Gambia, que celebran también elecciones, y que apenas se hable de ellas.

Hay que recordar que el pasado 24 de noviembre, los gambianos fueron llamados a las urnas para elegir a su presidente. Fueron unas elecciones de cara a la galería. Ya de antemano, la victoria del ex líder golpista y presidente del país desde hacía 17 años, Yahya Jammeh, estaba cantada. La Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) había decidido boicotear las elecciones y no enviar una misión de observadores.

Según la CEDEAO, los preparativos y el entorno político no garantizaban "unas elecciones libres, justas y transparentes" ya que los medios estatales están controlados por el partido de Jammeh y existe una estricta censura sobre la prensa independiente. La CEDEAO ha denunciado también la falta de neutralidad de varios órganos del Gobierno de Gambia, especialmente de la Comisión Electoral Nacional.

Jammeh se alzó con una aplastante victoria en los comicios, donde consiguió el 72 por ciento de los votos, prolongando así, un mandato más, su dominio en el pequeño país africano.
Quitando las críticas de la CEDEAO, pocas instituciones internacionales se interesaron por aquellas elecciones; y en los medios, solo aparecieron notas de agencias. Por tanto, poca repercusión internacional.

Sin embargo, debemos recordar que el pueblo gambiano está viviendo bajo una dictadura atroz. Yahya Jammeh tiene todas las características de un dictador delirante, imprevisible y violento. Violento: prometió cortarles la cabeza a los homosexuales para limpiar la sociedad gambiana. Paranoico: porque dice estar dispuesto a matar a quien intentara desestabilizar el país, empezando por  los defensores de los derechos humanos y los periodistas. Delirante: se considera curandero, con capacidad para  curar el SIDA, la hipertensión, la diabetes, el asma…

La posición de la comunidad internacional sobre Gambia no es sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que este país no posee grandes recursos naturales. Su única fuente de ingresos es el turismo,  y en la pesca, en menor medida. 

Mientras tanto, hace tiempo que muchos gambianos, cuyo país se conoce con el símil inglés de “smiling coast”, perdieron la sonrisa.



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