Esta mañana nos hemos levantado con una noticia esperanzadora: la ONU declara el fin de la hambruna en Somalia.
Una cosecha excepcional, después de lluvias abundantes y de las entregas de alimentos por parte de las agencias de ayuda humanitaria han terminado con la hambruna en Somalia, aunque las condiciones siguen siendo frágiles y podrían empeorar. Según Naciones Unidas, la última cosecha en Somalia fue el doble de los últimos 17 años, lo que ha reducido los precios de los alimentos, aunque las tasas de mortalidad en el sur de Somalia siguen entre las más altas del mundo.
Ahora que el hambre “ha dado tregua” hasta el próximo episodio, haría falta una reflexión profunda y tomar medidas de cara al futuro por parte de todos.
De lo que ha pasado, sabemos que la sequía y la falta de alimentos eran previsibles. Ya en otoño de 2010, la ONU y muchas ONG habían alertado, sin éxito, de lo que se avecinaba.
Las élites locales ni se inmutaron; siguieron en sus luchas y guerras. No solamente parece que deseaban sino que esperaban la sequía. Algo que a toda persona normal le parecería absurdo. Sin embargo, las élites locales no se imaginan a los aldeanos y los pastores independientes, viviendo tranquilamente de sus productos agrícolas y de su ganado, felices y sin depender de ellos. Aunque parezca horrible, la hambruna es uno de los instrumentos más importantes de alienación que permite a las élites sociales y políticas acumular poder.
La hambruna también otorga a los gobiernos de las grandes potencias y a las instituciones internacionales el rol de salvadores.
Y a las grandes industrias agroalimentarias tampoco les viene mal esos episodios de hambruna porque les permiten poner en venta sus stocks, y a buen precio.
De cara al futuro, sería deseable considerar a las personas como lo que son: seres humanos y no simples mercancías, a pesar del pensamiento utilitarista y mercantilista reinante en el mundo actual. Y poner en marcha mecanismos necesarios para combatir los factores, sobre todo humanos, que provocan las catástrofes humanitarias en el cuerno de África.
No te falta razón, es justo lo que llevo pensando y veo leyendo desde hace tiempo. Hay demasiados intereses en juego como para creer sólo en la excusa del "clima caprichoso" que se lleva todas las cosechas.
ResponderEliminarEs verdad que el clima tiene incidencia en la hambruna; pero no verdad que los seres humanos, con nuestra actuación, tenemos una parte muy importante de incidencia en la misma. Un saludo
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